La indigente que se ha convertido en la pintora española más cotizada del mundo
Lita Cabellut
nació en uno de los barrios marginales de Barcelona. Pasó su infancia
pidiendo limosna entre la Boqueria y el Port Vell. Sus primeras pinturas
eran retratos de proxenetas y prostitutas que había visto cuando era
tan sólo una niña.
Abandonada por su madre, vivió ocho años en las calles y
sobrevivía a base de pedir limosna. Lita Cabellut es la única española
en la lista de los artistas más cotizados del mundo y sin embargo, en
nuestro país nadie la conoce. Nadie habla de ella. Pero solo hay dos
españoles que vendan más que Lita Cabellut en subastas de todo el mundo:
Juan Muñoz y Miquel Barceló.
Después está ella, en el
puesto 333, como la única mujer de nuestro país en ese ‘top 500’ de los
artistas contemporáneos más cotizados del planeta. Los famosos Antonio
López o Jaume Plensa ni siquiera aparecen en la lista que publica cada
año Artprice, referencia en el mercado de subastas.
En el imaginario tradicional gitano, la mano izquierda era
aquello con lo que nacemos y la derecha lo que hacemos con ello. A la
pintora Lita Cabellut (Barcelona, 1961) le habría resultado difícil
mirarse a las palmas de las manos antes de cumplir los trece años de
edad y creer en el destino que le aguardaba a esta niña de la calle
oriunda del barrio barcelonés de El Rabal, abandonada por su madre
prostituta a los tres meses de su nacimiento.
La familia a
la que la niña fue dada en adopción la llevó de viaje a Madrid, y en el
Museo del Prado Lita tuvo una de esas epifanías vocacionales tan
frecuentes en temperamentos artísticos como el suyo. La pintora no ha
parado de pintar desde entonces a los desarrapados de la sociedad hasta
convertir sus obras en alegatos de humanidad, retratos de una fuerza
desgarradora que dejan de una pieza. Rescatada de su particular Nilo,
gracias a sus padres adoptivos Lita pudo estudiar en la prestigiosa
Rietveld Academy de Amsterdam y cumplir aquello con lo que soñó cuando
plantada ante un cuadro de Rubens exclamó: “Mamá, yo quiero pintar”
Cabellut
reivindica la universalidad del arte, a través del cual describe la
realidad de la condición humana. Visiblemente influida por artistas como
Francisco de Goya o Francis Bacon (pintor), su universo creativo se
aferra al compromiso y la preocupación por el ser humano, al que toma
como objeto e introduce en la obra mediante una técnica en la que la
importancia recae en captar la vivacidad de la piel, el órgano más
externo que revela el paso del tiempo y las experiencias, aquel que
desnuda la crudeza, la fuerza, el carácter y la angustia de los
instantes más emotivos de su existencia.
Fuente: CULTURA INQUIETA
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